Antes que nada, os pido disculpas por el retraso en las entradas. Digamos que han sido unas semanas un poco movidas y no he podido sentarme a escribir.
Dicho esto, os quiero contar lo que pasó hace un par de semanas, tuve la suerte de participar en una sesión de magia compartida.
Estaba de viaje con unos compañeros de profesión, casi todos sabían que hago magia y me pidieron que hiciera algunos juegos.
Rehusé la oferta en un par de ocasiones porque ya he aprendido a ver si el ambiente está receptivo o no.
A la tercera, acepté y empezó el show.
Como me pilló de sorpresa, no llevaba mi baraja encima así que tuve que improvisar con una baraja que me prestaron. La pobre estaba ya “pidiendo la hora” aunque seguía cumpliendo su función para jugar a la brisca o al mus, para magia estaba pasada su vida útil. Dentro del grupo había otro chico que también hacia magia así que cuando conseguí ir a por mi baraja improvisamos una sesión.
Yo empecé con uno de mis juegos favoritos, que lo enlacé con una versión del collectors. Creo que tuvo un buen impacto pero no el que me esperaba.
Mi compañero improvisado empezó con un juego de trile, que siguió con una versión de “vivos y muertos” muy interesante. Nuestro público empezó a entrar en nuestra burbuja mágica.
Ya que estábamos con el tema de vivos y muertos, nos metimos en el tema más “espiritual” y salieron a la palestra un juego con un péndulo adivinatorio, improvisado con un collar, y un juego de mentalismo a cargo de mi compañero de fatigas.
Hicimos una pequeña pausa, porque llegó gente nueva y el ambiente se enfrió un poquito. Aunque al ver que las cartas estaban por la mesa no tardaron en unirse a la fiesta de “queremos más juegos”.
Uno de los juego que hice para los recién llegados falló, pero no me lo tuvieron en cuenta, de hecho, pensaban que formaba parte del juego. Intenté salvarlo, pero no pude. Así que para compensar saqué a relucir un “triunfo”, este sí tuvo el impacto que buscaba y como juego final, por parte de mi compañero, una predicción con cenizas que les explotó literalmente el cerebro.
Ahí vi que se había acabado la sesión. Seguían pidiéndome más juegos pero les dije que por hoy lo íbamos a dejar así.
Tomé esta resolución por dos razones:
- Siempre hay que dejar al público con ganas de más.
- El impacto que había tenido el último juego fue tan grande que, o aparecía un tigre de la nevera o no había manera de igualar tal reacción.
Hay un refrán que reza: “Una retirada a tiempo es una victoria” Y eso es lo que hice.
De esa noche aprendí dos o tres cosas:
- Hay efectos que aún siendo buenos, para que funcionen necesitas que la audiencia esté centrada en lo que haces, conclusión tengo que trabajar más mi capacidad de captar la atención.
- Tengo que aprender a hacer cosas con fuego.
- Hay que saber retirarse.
Hasta cuando queráis.
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K.