El mago es coleccionista por definición, nos gusta tener muchas cosas e incluso tenemos barajas de colección. ¿Pero realmente vale la pena coleccionarlas?
Con la llegada de plataformas como Kickstarer han aparecido en el mercado un montón de diseñadores de barajas de cartas, hecho que mola mucho porque esto permite a mucha gente acceder a verdaderas obras de arte, que si no fuera así no pasarían del plano proyecto.
Pero este hecho también me crea cierta inquietud. Como decía el otro día por instagram Toni Caballero, bajo su opinión no merece la pena pagar 10€ por una baraja de cartas para tenerla expuesta en una estantería. Y creo que hasta cierto punto tiene razón.
Nos gastamos 10-15€ en una baraja de cartas que, a no ser que nos pillen desprevenidos, es muy posible que no salga ni de casa, por distintas razones. Porque no valen para magia, porque no queremos que nos quede incompleta, etc…
Si amigos, no todas las barajas valen para magia. Y ya no es un tema de acabados, es un tema del propio diseño de las cartas.
Una baraja “standard” es la idónea para la magia, porque es posible que muchos de los espectadores tengan una baraja igual en su casa, ya sea porque son aficionados al póker, porque les gusta jugar al solitario o porque hacen castillos de naipes. Las barajas de colección, aunque visualmente son una pasada, pueden provocar cierta desconfianza a los espectadores, por el simple hecho que no las reconocen.
Si hablamos de una baraja Furnier 505, todo el mundo sabe que tiene cartas rojas y negras, comodines, etc. Lo mismo pasa con las Bicycle. Pero si ya nos metemos con barajas tipo Virtuoso, si ya sé que son para cardistry pero es para que me entendáis, el espectador no reconoce esa baraja como “normal”, por su diseño llamativo, porque no tiene orla o por el motivo que sea.
Al principio pensaba que estas cosas no eran más que paparruchas inventadas por magos que “odiaban” todo el tema este de las barajas de colores y demás, pero a medida que vas haciendo magia te das cuenta que para los espectadores sólo existen cartas de dorso azul y rojo, con un bordecito blanco alrededor. Ni amarillas, ni naranjas, ni verdes y ¡mucho menos negras! Cuando ven una baraja de este estilo, lo primero que te preguntan, después de que hayan flipado con el efecto es: “¿pero esas cartas son normales?”
Pues sí, son normales. De hecho no existen barajas no normales, 52 cartoncitos que nos permiten crear grandes milagros o simplemente pasar un buen rato jugando en familia.
En el mundo de los juegos de mesa, existe lo que llaman la “antiludoteca”. Que si no estoy mal informado, son los juegos que se quedan en la estantería esperando su oportunidad de salir a la mesa. Ahora os planteo una pequeña pregunta: ¿tenéis una “antibarajoteca”?
Yo tengo que confesar, que sí. Tengo muchas barajas que sólo las uso para mi deleite personal, y no las utilizo para hacer magia, muchas de ellas ni para ensayar. Las que tengo abiertas, porque tengo algunas que ni las he desprecintado, las saco del estuche les doy 2 o 3 mezclas, un par de saltos y a la caja otra vez.
Por eso me planteé escribir esta entrada. ¿Merece la pena invertir en ese tipo de barajas?
Espero vuestros comentarios por redes sociales y que me enseñéis vuestras antibarajotecas, si las tenéis. Etiquetadme en twitter, Instagram o Facebook y publicad vuestra foto bajo #antibarajoteca. ¡A ver si lo hacemos trending topic!
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Hasta cuando queráis.
K.